miércoles, 10 de junio de 2009

DIOS ERRANTE Y VIVO

Dios ya ha vencido, turbando el firmamento destruyo los abismos y derroco las mentiras del profano enemigo, devolviendo al alma toda ciencia y todo arte.

Padre, Rey de la Gloria, preñaste el alma que hoy escupió las pasiones del crimen, ocasionando así, las implosión contrista entre mis carne y mis huesos. Eres tú el poeta que con voz de trueno retumbo en mi alma la alegría virgen del consuelo. Oh! Elohim tus maravillas sobrenaturales echan fuera a la quimera, y desvanecen las pretensiones del alarde de este mundo muladar, y me has vestido con tu poder, porque criatura tuya soy, hija Santa de tu promesa nacida de nuevo, y límpida en mi materia, porque hiciste de mi este linar.

Luche contra tormentas y tempestades, que no eran más que la muerte impuesta por huestes y potestades de las tinieblas y mi humanidad, queriendo ser también inhumana me convertí en el vestigio de mis propias elocuencias balbuceadas, y ante todas ellas yací inquieta, dispersa, también perversa he imprevista, y ahora soy esta mujer renovada y perpetúa. Luche también contra mi mis propias ideas y caprichos, en la locura de mi intelectualidad fervorosa que quería ser escuchada, agitada y hasta rociada como polvo cósmico sobre la gente insensible y he inmutable. Enfrento así mismo lo desconocido, siendo micrométrica he infinitamente pequeña, peleando en sí contra mi misma, encuentro que yo misma soy mi mayor contrincante. Lejana y persuadida del hombre en mi ser político.

Quede entre dedos del azar, y la fatalidad se hecho a posar sobre mis hombros. Más tú, a tu tiempo perfecto, desataste en huracanes la victoria, lo que cambio mis estados encontrados, de una muerte merecida al regalo de la vida. Vida de esperanza desbordada. Dando muerte a mi humanidad inherente.

Verbo inmolado hecho carne, desgarraste mi alma y mis entrañas, las sombras que me llenaban han vacilado, pereciendo sin remedio ante tus fuerzas en el arácnido aire. Ninguna doctrina extraña había llenado acaso mi vida, sino que tú mismo llegaste a sanar mis heridas, y en nuestro encuentro tu persona ha reclamado mi alma quebrantada, porque te es lícito hacer lo que quieras con lo tuyo. Y yo te pertenezco. Pues inscrito esta mi nombre en el Libro de la vida.

Tú divinidad ha encantado mi alma, lejos de ser lo que fui, he llegado a ser lo que tu has querido que fuese, lo que tu has deseado, desde donde te encuentras, en mi debilidad perfeccionándote. En lo cual Señor, me has hecho consiente en mi vivir, dando muerte a mi misma para servirte a ti.

Dejando atrás toda decadencia, que alguna vez se enseñoreo de mí mano, sigo adelante, a tu supremo llamamiento, mi espíritu despedido de razones no se expedía en fantasías, la vasta historia marchita en la existencia nunca más volverá a ser aflicción de la mujer, ni de la niña, ni de la Santa.

Y yo, Poeta del Reino, me declaro loca, y enamorada de Jesucristo. Ante los espectros que quieran ir en contra de esta cimiente y verdad verdadera les declaro ruinas, por sus deplorables almas que se arrastran cada vez más hacia el calabozo, donde el cepo del augurio les espera, en el lloro y el crujir de dientes por la eternidad.
Vagan entonces los espíritus inmundos por las catedrales, atormentados y sin reposo buscando a los incautos, que no han recibido la santificación de Jesucristo. Y Aún hasta a los que si le han recibido pretenderán engañar. Pero Dios espera el tiempo de la cosecha madura, para su llegada.
¿Y quien soportara el tiempo de su venida? ¿O quien podrá estar de pie cuando ÉL se manifestaré? Porque el es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Malaquías 3:2.
Será día de funerales, de desesperación, de odio, ira y ceniza, donde las manos temblorosas de los impíos se inflamaran, y la justicia de los humildes rebosada proclamará la Gloria del Gran Dios eterno. Y su cordero inmolado.
La creación a una gime en sus dolores de parto. Los hombres han perdido la fe, renunciando al cielo por resignación del infierno, han extraviado su camino del ojo que nunca duerme, dispersando su destino, en la Eufemia desvergonzada, transgrediendo sin pudor ante el rostro de Jehová.

Veo a Dios vestido de su pasión en la lejanía más cercana del aire que nos separa, lo veo en su mirada, deslumbrado mirándome, mirando mi ser, en el silencio de mis soledades más humanas.
Veo al gran Dios vivo tocarme cuando escribo apartada de los ruidos de las ciudades, lo siento es su expresión más grande y poderosa, en cada gesto y movimiento de lo que me rodea, lo veo. Se que el esta detrás de todos los sucesos de este mundo; de gentiles y redimidos.
Lo vi aún en el camino más oscuro, cuando era la protagonista de mi propia muerte, y yo misma era la que ataba la soga a mi cuello, y por sobre mis manos las manos del diablo, sin el mas mínimo aliento de esperanza, donde caía y caía y callaba detrás de mi boca todos los silencios agrupados hasta volverme así una mujer herida y subyugada.

Fui cambiando de pieles, y le entregue a Dios las riendas de mi vida. Me convertí a su nombre y a hacer su voluntad, desconocí quien era yo, y olvide mis sueños para seguir los suyos. Me forme en la raíz, para vivir en su obediencia.
También deje mi voz, para no ser imprudente en momentos donde callar es lo más importante. Porque esperar en Dios, significa sabiduría del espíritu y no de la carne. Engañoso es el corazón más que todas las cosas, entendí eso, y entendí que despojarme de mi, era lo mas propicio.
Yo vi a Dios, detrás de las formas formando mi rostro, lo vi la mañana breve en que retomaba el principio de su norte y dejaba atrás el horizonte de los finales colgados de mis viejas pieles.
Me convertí lentamente en conocida, después de ser una extranjera, aunque; no sé si ciertamente alguna vez eso fui o si estaba predestinada a formar parte de una grandeza tan grande, y tome también esa forma camaleónica, cuando lo toqué a él, o ha decir verdad fue cuando el me toco a mí.
Esto no es una ilusión, es el poder con mas evidencia que jamás allá visto, donde las mentiras de un mundo auto programado por los designios de sátanas en ese momento se vertieron en tierra. Y comenzaron a correr dentro de mí esos ríos cristalinos de agua viva. Lo que ha sido, la experiencia mas grande.
¿Por cuánto tiempo puede llegar a fingir un ser humano lo que no es? Sea por engaño o por no serlo. ¿Cuanto más? ¿Cuánto más tiene que padecer un alma para darse cuenta de los engaños del diablo? Yo diría que lo suficiente, como para desear el destierro. Esa grandeza próxima que los humanos no entienden hasta que Dios los toca. Entender que Dios lo puede todo, no es para todos.

Aniluc Franco.

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