Se que muchos
Han echado un ojo en mi vida
Y… Se preguntan
¿Como sobrevivo?
Si soy yo una mujer sola
Llena de tantas mañas
Huraña y dedicada a las mixturas,
Que mis pasiones no son las de todos
Que vivo encerrada y sin compartir,
Afinando mis locuras,
En esos días malos donde temo caer de nuevo
Y ser engañada por algún cuerpo,
Prometiendo no volver a hacerlo…
Escuchando mil operas que elevan mi espíritu
Y que el lápiz me consume y me hace esta mujer extraña
Que no quiero compartir la vida y no siempre ser dulce.
Todo el mundo sabe…
Que no quiero casarme, no tener bebes
Que me carguen todo el día loca
No me dejen dormir
O empeoren más mis insomnios
Dejándome escapar o dejar de ser.
No podría vivir con ese remordimiento.
No estoy segura de poder con eso
Y auto castigarme con esa responsabilidad
Que me haría conocer lo peor de mi misma
Y saber lo mejor de ser mamá
Me haría mil pedazos
La elocuencia imprudente siempre me ahoga
Todo ese ruido aquejaría más la oscuridad
Arrojándome a la sombra
Y en el silencio, escondida lloraría el fracaso,
Extrañaría, las sanguijuelas en el desierto
Las pirañas en medio de la nada,
Las escaleras que se terminan.
El portazo en la nariz después de la copa de vino,
Mi cuerpo alado de barro
En manos del alfarero para poder resistir la vida.
La respuesta es que,
Soy una mezcla extraña de dolor, barro y sangre
En este frio que me recorre y me martiriza,
Reconozco que tengo algo de veneno en las venas,
Que soy una pecadora, una muchacha desfigurada,
Llena de cicatrices horribles y perfectas,
Confieso que estoy desconfigurada,
Y… Que tengo una relación didáctica con
Él Jesús de la Cruz.
Por las noches cuando las fuerzas se me van del cuerpo
Lo encuentro, rompiendo los ídolos que ultrajan mi cuerpo,
Cuando soy yo quien lo destruye todo
Lo encuentro, restaurándome antes de que reviente,
Cuando me obsesiono demasiado con algún demonio
Lo encuentro, salvaguardándome,
Antes de que se me desarme todo por dentro.
Cuando estoy cansada, lo encuentro,
Dándome aliento y más versos.
Nunca decidí abrirle la puerta, nunca le pedí que entrara
Ni siquiera sabía quien era ÉL,
Y durante mucho tiempo tan solo
Me apegaba a mis agonías de forma insatisfecha.
Un día…
El llegó con su aire de Señor y dueño
Pateo la puerta
Violento mi conciencia…
Me miro fijamente y… No pude resistirme,
Me derrumbe de un momento a otro,
Y ya no tengo la suficiente Fuerza
Para vivir lejos de su presencia
Ni tengo paz lejos de su eco,
Ahora ya no lo olvido ni por un rato
Es el inicio de una vida sobria
Y el fin de una vida tan sucia,
Ahora, estoy propensa a andar con cuidado,
He inquieta si EL no me encuentre cuando estoy herida,
Con este dolor en el vientre,
Tirada en el callejón de mi mente,
Retirada de su propósito en el laberinto,
O simplemente sufriendo porque el frio arde
En las insanas fisuras de mis huesos.
Y porque, por alguna razón barata
Siempre peco… y luego juego al arrepentimiento.
He perdido el control de mi existencia,
Jesús es el único que mete las manos en el fuego por mí.
Y en cada encuentro secreto
¡Créeme! Soy un insecto.